Allá por el mes de diciembre de 1987, Alianza Lima tuvo que viajar a la selva peruana para disputar un partido del torneo local. De regreso a Lima, el avión se precipitó al mar, muriendo todos los integrantes que viajaron (cuerpo técnico, jugadores, etc.).
Colo-Colo demostró su hermandad prestándoles o - mejor dicho - transfiriéndoles jugadores para lo que restaba del torneo: ése es un acto que todo el pueblo blanquiazul tiene presente y los colocolinos también; es una muestra de que - a pesar de las diferencias políticas y la falta de entendimiento por parte de los representantes de ambos países (Perú y Chile) - pueden convivir como buenos vecinos.