Se lo vio tranquilo, aunque en realidad el semblante del entrenador de la selección argentina, Sergio Batista, no suele mostrar cambios radicales ante las emociones. Hombre de gestos cortos y sonrisas breves. Aun cuando acababa de lograr otro triunfo, el primero como seleccionador oficial del conjunto albiceleste, apenas soltó una mueca de felicidad. Sabía de la trascendencia de la victoria que había conseguido su equipo en la excursión qatarí, pero eligió la calma como bandera. En realidad, el éxito en el clásico sudamericano ante Brasil representa para Checho un gran paso detrás del consenso por su designación. Pero también sabe el técnico que una buena porción del triunfo quedó concentrada en Lionel Messi, que desató el festejo sobre el final del partido.
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